Por Ander Barroso.-
El Barca dio un paso importantísimo para sumar su segunda Liga consecutiva en un Clásico en el que sólo existió un equipo. Porque el Real Madrid no existió. Los blancos llegaban al decisivo encuentro convencidos de que plantarían cara al equipo culé. Y es que a falta de un estilo definido, la pegada era la principal arma de los blancos para desarbolar al ‘Pep Team’.
Guardiola sorprendió de antemano con un once titular inesperado. Sentó en el banquillo a Iniesta y colocó a Alves de extremo. El técnico culé, consciente de que Cristiano podía ganarle la espalda al brasileño, ante las frecuentes internadas del lateral blaugrana por la derecha y optó por situar a Puyol en la posición de Alvés.
El respeto de ambos equipos se evidenció en los primeros compases de un partido en el que el Barca fue comiéndose poco a poco a los madridistas. Los culés se hicieron con la posesión del balón, pero se encontraron con un Madrid bien plantado atrás que apenas concedía espacios para llegar al marco de Casillas.
Por su parte, el ataque madridista se basaba únicamente en buscar las caídas a la banda de Cristiano al contragolpe. Sin embargo, el extremo luso no tuvo su noche y buena culpa de ello la tiene el gran planteamiento defensivo de los culés. Y es que si el portugués se iba del lateral, aparecía Pique, perfecto en las coberturas y en la salida de balón, para pararle.
No me gusta hablar de individuales en el Barca, porque es un equipo que brilla por el colectivo. Pero, todos los equipos tienen tres o cuatro hombres que son la base y en el Barca no es menos. Piqué atrás, Xavi en la medular y Messi arriba marcaron las diferencias en los momentos oportunos (tampoco me olvido de un Valdés que está espectacular).
Del central blaugrana ya he hablado, pero todavía me quedan Xavi y Messi. El primero volvió a dar todo un recital de cómo debe jugar un centrocampista de sus características. Fue el ‘amo’ del balón y suyos fueron los pases más importantes. Los dos tantos llegaron de sus botas y le comió la tostada a Gago.
Mientras que el delantero argentino volvió a ser el más desequilibrante de su equipo, demostró que esta por encima de Cristiano, y pudo irse del Bernabéu con un hat-trick si Casillas no hubiese tenido su noche. Una pared con Xavi y un desmarque al espacio para pinchar el pase con el pecho y, a su vez, romper la costilla a Albiol para batir al guardameta blanco sin muchos problemas.
El tanto de Messi fue fundamental, porque mató a los blancos, que nunca dieron la sensación de tener el partido en su posesión. El Barca volvió a hacerse con el Bernabéu, se gustó y así se llegó a la segunda parte. Tras el descanso, Guardiola hizo cuatro cambios de posiciones respecto a la primera mitad y el equipo culé fue a más.
Así, un buen desmarque de Pedro a la espalda de Albiol fue bien visto, cómo no, por Xavi, en su segunda asistencia. El extremo canario encaró a un Casillas que no pudo hacer nada ante un disparo cruzado con el interior del canterano.
A partir de ahí, cada madridista hizo la cuenta por su guerra sin mucho éxito y Pellegrini no tenía otra cosa de la que tirar que de Raúl y Guti. El Barca pudo irse con cuatro sin forzar la maquina, y al ‘7’ blanco le anularon un tanto que tendría que haber subido al marcador. Era indiferente, porque los tres puntos tenían el destino escrito y la Liga parece que también.
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